Tuesday, January 03, 2006

Oferta y demanda de factores productivos: Dos descubrimientos importantísimos

Procedo a relatar la famosa fábula de Griffin.
Vayamos ahora a otro sastre. Este vive en una isla pequeña:
Tenemos una comunidad en que solo hay sastres y buscadores de oro. No hay otros productos ni otras necesidades en el mercado. Es una simplificación brutal pero resultará útil para comprender el asunto. Por la ley de la oferta y la demanda antes detallada, digamos que el valor de un traje es de una onza de oro.
El esfuerzo y los materiales necesarios para hacer un traje equivalen a los de extraer una onza de oro. Hasta el momento, cada año se fabrican tantos trajes como onzas se extraen de las minas.
Los mineros, repentinamente, descubren una bolsa de oro de cojones. Magnífica.
Maravillados, empiezan a extraerla.
Nace el desequilibrio. Hay más onzas de oro que trajes. El resultado es un crecimiento de la masa monetaria superior al de la creación de bienes y servicios.
Al existir más oro (y permaneciendo estable y limitada la producción de trajes), los mineros están dispuestos a ofrecer más oro a cambio de un traje. El traje NO vale más: es el oro lo que vale MENOS.
Esto significa que el valor nominal del traje aumenta a consecuencia de la reducción del valor relativo del oro respecto al traje.
Ahora el traje vale dos onzas.
Pero esta inflación es friccional o coyuntural. A las dos semanas, los mineros verán que los sastres se están forrando (sin hacer ningún esfuerzo extra) y a consecuencia de ello (y si no media intervención gubernamental), se meterán a sastres.
Automáticamente, la cantidad de oro extraída caerá en proporción directa al número de desertores. Ante la súbita reducción en el número de onzas de oro disponibles en el mercado, los sastres (tanto los de siempre como los ex-mineros) se verán obligados a reducir el precio para ser competitivos, incluso por debajo del precio inicial de 1 onza de oro por traje. Dada la escasez de oro, o bajan los precios de los trajes o no venden.
Ahora hay más sastres que mineros, y además facturan menos de una onza por traje. Ruinoso.
Visto lo visto, varios sastres verán que no les compensa seguir haciendo trajes y se irán pa la mina.
A largo plazo, tendremos exactamente la misma proporción de sastres que de mineros (50-50) y el precio va a ser de una onza por traje. El impacto súbito del aumento de la oferta monetaria se diluirá hasta cero en el largo plazo.
El mercado, sabiamente, habrá equilibrado oferta y demanda tanto de trajes como de oro. Eso, claro, si el gobierno no se mete.

Lección: los factores productivos se re-alinean hacia la eficiencia.
La 'Ley' de la oferta y la demanda no sólo es válida para equilibrar el mercado de bienes y servicios sinó también para equlibrar los factores productivos (Capital y Trabajo).

Pero este caso ha desvelado otra cosa importantísima que no debe pasar desapercibida: El factor que a lo largo de este proceso de ajustes ha determinado más dramáticamente el precio del traje ha sido la relación de onzas de oro respecto a trajes en el mercado.
O lo que es lo mismo: lo que ha determinado el valor real del oro ha sido la cantidad de oro extraida.
Esto tiene una relevancia CAPITAL, como os desvelaré pronto...

3 Comments:

At 1:47 AM, Blogger Mariscal Tro said...

Benvolgut Capità:
Mai no havia llegit una explicació tan clara referida als mecanismes que interactúen en els preus de mercat i en les causes de l´inflació. Es pot dir més fort però no més clar!!!.
Et Felicitem.
Mariscal Tro i Lourdes

 
At 1:55 AM, Anonymous Anonymous said...

Solo una corrección. Solo necios confunden valor con precio (A. Machado) , deberías de decir "el precio de un traje es una onza de oro"
Si el valor de las cosas fuese algo objetivo no existiría el mercado. Los bienes se intercambian porque el valor que dos personas le dan es distinto.

Por último, una definición de valor que me gusta: la calidad de las cosas que nos motiva a poseerlas.

felicidades por el blog

 
At 2:02 AM, Blogger General Fórceps said...

Correcta acotación, amigo enrique.
Consideremos a efectos prácticos el precio como la medida palpable y generalmente aceptada como tal del valor.

Entrar en disquisiciones filosóficas sobre el particular sería interminable y aportaría poca luz.

Pero gracias por el justo matiz, y un saludo.

 

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