Dinero por decreto (I): La asombrosa realidad

En efecto, el dinero como ente no existe.
Si voy al banco y pido mil puedo creer que ahora tengo mil que no tenía antes. Pero tengo una deuda de mil con el banco, por lo cual, contablemente, en los ordenadores del banco, tengo cero.
Agregadamente, a nivel mundial, el enunciado se mantiene cierto.
Si sumamos todo el dinero que tenemos unos y todo el que debéis otros, la suma da cero.
Cero.
Todo el dinero en el mercado es deuda.
Si devolvemos nuestros mil al banco más un interés digamos de cien, estos cien que hemos obtenido són cien con los que álguien, quizá en otro país, se ha endeudado.
Como ya dijimos, si todos devolviéramos a los bancos todo lo prestado, nos veríamos obligados a regresar al trueque, no habría cash.
El dinero no existe, es todo deuda.

La deuda, cuando es real y honesta (uno cede el uso de bienes a otro) no es mala. Es necesaria, pues siempre hay rachas mejores o peores.
Pero cuando está basada en el fraude, nos plantea dudas importantes.

¿Porqué hablo de fraude?
Si yo pido a Angelina Jolie $1000, es justo que ella me cargue un interés, pues se trata de dinero que si me presta, ella no podrá disfrutar o invertir, y le ha costado esfuerzo obtenerlo.
Pero si lo pido a un banco, estoy siendo timado, porqué el banquero no renuncia a poder adquisitivo y además no tiene que esforzarse para crearlo. Aprieta una tecla y, voila!, aparece la pasta.

Esto, amigos, es fraude, y solamente porqué la gente IGNORA brutalmente esta realidad, el sistema se ha perpetuado.